Olfato periodístico. Capítulo II del libro Detrás de las Voces, 2008. Editado por LazoLatino para Unión Radio, Hoy (Prisa Radio). Autores: Mauricio Aranguren y Adriana Villabona. Dirección del proyecto: Alejandro Nieto Molina.

Por Mauricio Aranguren y Adriana Villabona

El motivo por el cual recordamos la hermosa metáfora del libro Testigo de seis guerras, escrito por el maestro de ética periodística más popular en las redacciones de Iberoamérica, está rela­cionado con su tácita reflexión sobre el origen del olfato periodístico, de ese reflejo físico e inte­lectual que aparece ante las repentinas señales que prece­ den una noticia.

Ja­vier Darío, el perio­dista, nos advierte que así como le su­cede al can de caza, el olfato periodísti­co en el hommus reporterus, puede ser innato:

Vivir con un periodista es como vivir con un perro cazador. ¿Los has visto?, se te echan al lado con los ojos entrecerrados y moviendo apenas la cola para espantar alguna mosca. Tienes la impresión de que nada lo arrancará de su feliz estado de quietud y somnolencia, una especie de nirvana canino. Pero te engañas. De repente, sin un motivo aparente, endereza sus orejas, levanta el hocico como olfateando el viento y comienza a oír, cada vez más alto, un ronroneo que le viene de dentro como si un motor se le hubiera puesto en marcha, automáticamente. Después, no intentes detenerlo. Tú ya no existes para él; tampoco existe el ambiente cálido y sosegado del hogar ni el cuenco lleno de comida. Aunque esté lloviendo, aunque la noche sea oscura, nada de eso le importará, porque saldrá de tu lado como un rayo, arrastrado por una atracción irresistible, los músculos tensos, listos para la carrera vertiginosa y para el salto limpio y ágil, todos sus sentidos alerta y concentrados; en un instante su vida y su instinto puesto sobre un solo objetivo: su presa. Sólo saldrá de ese estado de enajenación cuando regrese, trayendo entre los dientes la presa recién cobrada, aún caliente y ensangren­ tada. La dejará a tu lado, se sacudirá enérgicamente las gotas de agua, que aún le queden sobre su desordenada pelambrera y se echara otra vez junto a ti, satisfecho y relajado, a la espera de una nueva e invisible señal”. Javier Darío Restrepo, Testigo de seis guerras.

Sin em­bargo, para muchos experimentados pe­riodistas esta virtud
del comunicador no viene en los genes y sólo se adquiere, desarrolla y construye a través de la experiencia laboral y la lectura, sin necesidad de una futura clonación con el gen Kapuscinski. ¿Entonces, se nace con olfato periodístico o se adquiere con la experiencia?

La pregunta nos hace pensar primero en el significado de la palabra olfato, y nos obliga a visitar a doña María Moliner con el fin de releer su sen­ tido. El diccionario, impávido depo­ sitario de la sabiduría, nos recuerda que el olfato tiene que ver con: adi­vinar, sospechar, curiosear y también con rastrear. Palabras a las que se les podría incluir, con el mejor ánimo de reírnos un poco, el verbo chismosear: según Carlos Puig:

“Tenemos vocación de chismosos y luego te haces un chismoso ilustrado y es lo que te hace buen periodista”.

“El olfato se construye a partir de la vocación del periodista, de leer muchos periódicos de todo el mundo, de oír todos los programas de radio, de leer todos los libros. La vocación de informar nace después de la de estar informado”.

Ya en serio, con el director de Hoy x Hoy México nos amplia su respues­ta:

“Yo creo que hay algo que traes cuando decides ser periodista, eso sin duda, pero el olfato periodístico, es algo que se construye con el oficio, en el día a día, durante eltrabajo cotidiano de estar informado. Yo creo que la única manera de tomar buenas decisiones al respeto de qué es noticia y qué no es noticia te lo da la cantidad de información que trae tu disco duro mental. Toda la información que has acumulado en tu disco duro es la que te ayuda a jerarquizar, a responderte cuál es la relevancia de un hecho contra otro, por dónde podría andar el asunto que estás tratando. Hay algo innato pero creo que sería en un menor porcentaje. El olfato se construye a partir de la vocación del periodista, de leer muchos periódicos de todo el mundo, de oír todos los programas de radio, de leer todos los libros. La vocación de informar nace después de la de estar informado”.

Otro Carlos, éste de España, Carlos Francino, director del programa Hoy x Hoy en la cadena SER, coincide con el punto de vista de Puig y advierte que el olfato se contrapone a los prejuicios:

“Yo creo que eso lo vas aprendiendo con el tiempo. Que hay personas más perspicaces que otras, sí. Pero el back- ground y la experiencia, es lo que te permite y lo que te da es la facultad de oler si un tema está empezando a coger aire y si está empezando a coger vuelo. Una cosa es el olfato para las noticias que van a tener una gran repercusión, que son temas del día, y otra para los movimientos, pero creo que ambas cosas se adquieren, se van ganando con la experiencia porque al encontrarte con casos muy parecidos luego tienes más posibilidades de no equivocarte. El olfato se contrapone con los prejuicios, el periodismo que se basa en prejuicios y en aprioris y sólo focalizarlo en temas determinados, el olfato va reñido con los prejuicios”.

Por su parte Beatriz Sánchez, Co­con­ductora de ADN hoy en Chile, se in­ clina más hacía la experiencia, como detonante del olfato periodístico: Se adquiere totalmente, tiene que ver con la experiencia. Yo he trabajado con varios editores con un gran olfato periodístico y eso tiene que ver mucho con los años de ejercicio periodístico, con haber pasado por to- dos los terrenos por los que uno pue- de trabajar en un medio. Ser volante, ser periodista, ser jefe de redacción, ser el que hace la pauta del día”.

Chirstian Fuanzalida, director de no­ ticias en ADN Radio Chile coincide con Beatriz: “Evidentemente lo que hemos llamado olfato periodístico es algo que se construye con los años y desgraciadamente después de muchos errores y ensayos. Habitualmente uno logra desarrollar algún grado de olfa- to a partir de muchas equivocaciones en el camino, no es algo que se logra tener de un día para otro”.

Poco a poco encontramos que más allá de las coincidencias en los conceptos, aparecen palabras clave para explorar el origen del olfato periodístico, por ejemplo: la curiosidad. Si la curiosidad tiene entonces mucho que ver, podría­mos decir que esta en el detrás de cáma­ ras del accionar de un futuro reportero y en una de las motivaciones ocultas de la persona que se inclina hacía esta profesión. No en vano Gabriel García Márquez en su época de periodista, a la cual aún no quiere renunciar, tuvo un espacio en el periódico el Universal de Cartagena al que tituló: La Jirafa.

“Uno logra desarrollar algún grado de olfato a par- tir de muchas equivocaciones en el camino, no es algo que se logra tener de un día para otro”.

Angels Barceló, también le da impor­ tancia al movimiento que hace una jira­ fa cuando algo le interesa, a esa mirada curiosa que se acerca a los hechos con sutileza, como lo hace el periodista que tiene olfato periodístico o el que llevado por su simple curiosidad llega a las noti­ cias con una máxima universal: pregun­ tando. “Yo creo que se adquiere. Yo nunca pensé en ser periodista. Se adquiere siendo curioso y preguntando muchísi- mo. Yo pregunto mucho porque yo no sé nada, yo soy de las que me siento al lado de Javier Álvarez o de quien sea y le digo ¿cómo funciona esto?, ¿el tribunal cómo va?, yo lo pregunto todo. El olfato se va acostumbrando, habituando, sien- do muy curioso, preguntando mucho y al final te va creando otro sentido, un sexto sentido para ver las cosas”.

“Yo creo que se adquiere. Yo nunca pensé en ser periodista. Se adquiere siendo curioso y preguntando muchísimo”.

Yo me pregunto si ese sexto sentido del que habla la directora de Hora 25 en la SER ,queenelcasodelasmu­ jeres periodistas ya sería un séptimo sentido, también podría encontrarse en periodistas muy jóvenes y no tan expe­ rimentados. No lo sé, pero Victor Hugo Morales, conductor de La Mañana en Radio Continental de Argentina, quien está a favor de la experiencia como cultivador de esta cualidad, también nos establece una diferencia a la hora de detectar el olfato periodístico y po­ dríamos decir, que sugiere dos tipos de olfatos en los comunicadores:

“Creo que con el ejercicio continuado de la profesión va aumentando la capacidad de presumir qué cosa puede ocurrir en determinados temas y dónde puede es- tar la mejor de las búsquedas para en- contrar una noticia. Lo que llamamos olfato es experiencia en realidad. Po- siblemente el olfato esté más referido a un periodista que va a un sitio donde hay una situación de ajetreo, convul- sión pública, se presenta en una plaza donde concurren muchas personas y ahí tienen que reaccionar rápidamente para saber qué es lo más interesante para decirle a la audiencia, qué hay detrás cada uno de los hechos que re- presenta y hacer una rápida lectura de los mismos. Al mismo tiempo que bus- ca cuál es el elemento que mejor va a informar a la gente. Los que producimos un programa, ciertamente estamos más referidos a una elucubración más pensada, más lenta, sin tantos reflejos como los que necesita el periodista que tiene que relacionarse instantáneamente”.

Al mexicano León Krauze, conductor del Tercera Emisión, el espacio de opi­nión e información en las noches de la W México, le gusta mirar hacia el pasado, para encontrar quizás el origen y la evolución de su olfato periodístico:

“Mi historia en particular tiene que ver con haber crecido en una casa en donde había una curiosidad universal. En donde lo mismo había una emoción profundísima por el partido de la selección mexicana, lágrimas ante la derrota en un mundial como había también un sentido de la belle- za del jazz. Podía resultar un debate sobre si Luis Miguel era o no cantan- te. También decenas de miles, quizás exagero, pero yo así lo recuerdo, de libros. Además yo siempre he tenido conexión con la comunicación, desde pequeño me ha gustado traer conmigo una grabadora. Tengo grabaciones mías desde los 3 y 4 años de edad”.

La importancia de la curiosidad, volvió a aparecer en nuestra conversación con otro experimentado reportero y gran conversador, ahora director de conte­nidos de Radio Continental en Argen­tina, Rafael Manzano

“Yo creo que el olfato se va adquiriendo con el tiem- po, nadie nace dotado especialmente para oler noticias. Hay un periodista español que se llama Jorge Martínez Reverte que en una novela de periodis- tas le preguntan al protagonista: ¿Por qué te hiciste periodista?, y responde, “porque Dios no me dotó para nada en especial”. Los periodistas no esta- mos dotados para nada en especial, pero a lo largo del tiempo el elemento fundamental de un periodista, que es la curiosidad, se va acentuando.”

María O Donnell, subdirectora de Magdalena Tempranísimo coincide:

“La curiosidad viene con uno. El olfato se entrena. Uno tiene curiosidad y ésa ya es la base de un olfato, uno al tener curiosidad va husmeando. El proble- ma es dirigir la nariz en la dirección correcta y en eso y sí creo que la expe- riencia ayuda y mucho. Sobretodo de equivocarse o de acertar uno siempre saca muchas lecciones de cuáles pueden ser las fuentes alternativas”.

“Posiblemente el olfato esté más referido a un periodista que va a un sitio donde hay una situación de ajetreo”.

Pero si Rafa es tan vehemente al soste­ ner que nadie nace dotado especial- mente para oler noticias”, si hay quien ha llegado hasta estas páginas para contraponer su idea, sumar conceptos, y comenzar a plantear el debate. Es Da­ niel Anido, director de la Cadena SER, quien es breve y desde la otra orilla es igual de tajante: “Se nace con él”.

Julio Sánchez Cristo, el hombre que en Colombia inventó una nueva for­ ma de hacer radio en FM y conectar a sus oyentes con el mundo, es igual de escueto pero contundente y sobre todo pragmático, a la hora de inter­ pretar el origen de el olfato perio­dístico: Eso es lo que le da valor a mi contrato”.

“Se nace con ello y es muy difícil que alguien aprenda a tener olfato, yo creo que se puede aprender el oficio, a hacer montón de trabajos en la radio, incluso a leer y editar pero es muy difícil crear un buen comunicador”.

Rodolfo Irago, desde la SER, va por la misma línea de pensamiento y amplia la idea de lo genético en el olfato pe­ riodístico.

“Yo soy un poco pesimista, me da la impresión de que cada vez esto o el olfato lo utilizamos menos y lo perdemos o las nuevas generaciones tienes habilidad para otras cosas pero no para desarrollar el olfato. Es muy difícil ahora encontrar periodistas de 20 años que les veas el olfato. De 30, 40 o 50 jóvenes que vienen aquí en verano cada año a hacer las prácticas con nosotros es difícil sacar más de dos o de tres que les ves posibilidades de crecer en esta profesión. Yo creo que el olfato se nace con él, es una sensibili- dad especial, es una capacidad de ver lo que puede ser noticia, de tener una conexión con la calle, porque muchas veces el buen periodista lo que sabe es cuando algo que está observando se va a convertir en una noticia o va a ser algo pasajero. El periodista con olfato tiene clarividencia, es capaz de ver mas allá de lo que le están contando. Yo creo que se nace con ello y que es muy difícil que alguien aprenda a tener olfato, yo creo que se puede aprender el oficio, a hacer montón de trabajos en la radio, incluso a leer y editar pero es muy difícil crear un buen comunica- dor porque para ser un buen comuni- cador hay que tener olfato y pasión. El olfato lo tienes o no lo tienes”.

Yolanda Ruiz, directora de los servi­ cios informativos de Caracol Radio, quien ha formado ya un gran número de jóvenes periodistas en Colombia, sueña con una medicina mágica para solucionar la falta de olfato de origen, lo que puede ser un obstáculo para formar futuros periodistas Unión Ra­ dio:

“Creo que el olfato se tiene y se puede trabajar, pero si no se tiene no se puede construir. Se tiene y se puede mejorar. Yo creo que el olfato perio- dístico y el criterio periodístico es de lo más difícil de encontrar en el ejer- cicio profesional. Por eso a veces digo que ojalá lo vendieran en cucharadas o se pudiera adquirir inyectado en un suero para que éste pudiera entrar al torrente sanguíneo porque muchas veces es eso lo que nos hace falta. Y el criterio es poner en la balanza la información equilibrada, saber qué pesa más o qué pesa menos qué digo y qué no digo y, en dónde está la noti- cia, qué voy a generar con ella, cuáles son las consecuencias. Son muchos elementos si se trata de hacer periodismo responsable”.

“En ese sentido la imaginación y el olfato se estimulan con la lectura. Un periodista que no lee tiene una gran falla de base”.

Continuando con las mujeres, suma­mos la opinión de la experimentada
Magdalena Ruiz, en Radio Continental:

“Bueno, el olfato es una cualidad personal. Como en todas las cosas hay gente que nace con talento para pintar y otra que jamás podrá hacer el menor dibujo. En periodismo se puede ir adquiriendo, pero me parece que es algo innato. En ese sentido la imaginación y el olfato se estimulan con la lectura. Un periodista que no lee tiene una gran falla de base. Yo creo muchísimo en la lectura. De todo tipo: ficción, política, de ensayos. El buen periodista debe tener una formación personal como lector”.

Darío Arizmendi, director del noti­ ciero Hoy x Hoy en Caracol Radio Colombia nos hace una comparación entre el sommelier y el sabueso de la noticia, pero también advierte sobre la necesidad de cultivar el olfato perio­ dístico, porque se puede gozar de él, pero si no se desarrolla es como si no se tuviera:

“Un buen catador de vino nace. El olfato periodístico es inhe- rente a la naturaleza, a la vocación propia del periodista. Por supuesto se desarrolla, se perfecciona, se afina con el tiempo. La vocación se desarro- lla y se agudiza con base en ver mucha televisión, en leer mucha prensa, en escuchar mucha radio, en aprenderle a los maestros y, naturalmente, man- teniendo una alta exigencia de auto- crítica y de forma- ción constante, de aprendizaje a fondo y sin parar”.

Un punto de vis­ta similar lo tiene, Gemma Nierga, la voz y conducción de las amenas tertulias de la Ventana en la Cadena SER: “Al menos en mi caso desde pequeña sentía las ganas de trabajar en un medio de comunicación. El olfato es algo que debes tener pero a mí me gusta darme cuenta cómo lo he ido desarrollando en los casi 20 años que llevo de carrera. Lo desarrollas en el día a día, lo entrenas, es que lo ejercitas como un músculo, lo mismo con la intuición, la vas desarrollando y pocas veces te falla”.

“El olfato es algo que debes tener pero a mí me gusta darme cuenta como lo he ido desarrollando en los casi 20 años que llevo de carrera”.

Montserrat Domínguez, desde su co­ nocimiento, que va de trabajar en una agencia de prensa como EFE, a la radio en su programa “A vivir que son dos días” en la Cadena SER, ad­mite que hay periodistas que gozan de un olfato privilegiado, y eso se nota, pero para el resto de los Hommus reporterus el asunto es a otro precio:

“Hay personas que tienen un don natural para olfatear dónde está la noticia, pero para la gran mayoría de los profesionales es algo que se va desarrollando, se va perfeccionando, se va trabajando como se trabaja un cuerpo en el gimnasio. Uno puede te- ner unas dotes naturales, pero yo creo más en el trabajo y en la experiencia. Cuando ya has visto las emboscadas que son capaces de hacerte, tanto las fuentes informativas como los aleda- ños, empiezas a darte cuenta del grado de escepticismo que tienes que aplicar. Y esto es algo que se va apren- diendo con el tiempo, con la prueba y el error, cuando te equivocas una vez ya vas con más cuidado. Sí, hay gen- te que tiene un talento natural, pero para la gran mayoría es algo que hay que ejercitar todos los días.”

Si las primicias sólo fueran para los que gozan de esta cualidad periodís­tica, ¿qué pasaría con los reporteros que cubren muy bien una fuente? Para esos también hay buenas notas, plan­tea Omar Sánchez de Tagle, director de los servicio informativos de W Ra­ dio en México:

“Creo que con el ol- fato se nace, pero éste se agudiza con los conocimientos que se adquieren durante el trabajo de investigación y la práctica diaria del periodismo. Destaca que con el pasar de los años, la pasión y el profesionalismo que se pueda tener en los temas que trabaja un reportero, se comienza a obtener un mayor olfato de dónde conseguir notas o elaborar reportajes e incluso notas que pueden ser primicias”.

Sin embargo un periodista muy jo­ven, con un olfato periodístico en bruto podría llegar a equivocarse y esto nos haría pensar que en reali­ dad no tenía esta cualidad.

¿Cómo determinar cuándo sí y cuándo no se tiene, si en la vida estamos y errores cometemos? Enrique Sán­chez Alcazár, Conductor del Weso, en México, nos da luces “Alguien que tiene el olfato periodístico, pue- de equivocarse en su primera enco- mienda, sin embargo, no quiere decir que no tenga olfato periodístico. Lo que sucede es que esa cualidad se posee, pero hay que trabajarla, deto- narla, definirla. El olfato periodísti- co es como un músculo: que hay que trabajarlo todos los días para que no pierda movilidad, para que no pier- da fuerza, para que no quede para- lizado, hay que moverlo y eso sólo se logra con el ejercicio periodístico diario. Yo no sé si se traiga biológicamente con el nacimiento. Quizá. Lo importante es descubrirlo y potenciarlo con la experiencia, forjarlo con los hábitos de consumo informa- tivo. Como decimos en México:

“La práctica hace al maestro”.

Y si la práctica hace al maestro, es pru­dente plantear el mismo interrogante con el maestro como sujeto, porque como diría Aristóteles de Platón “amo a mi maestro pero amo más la verdad”, hasta los más lucidos guías se equivo­ can a veces.

A lo que Néstor Morales Director de Hora 20, el espacio de opi­nión e información en Caracol Radio dice:

“Claro, pero el olfato también falla, como fallan los sentidos en mu- chas ocasiones para los seres huma- nos. El olfato es un instinto y no son filtros científicos. En eso hay que tener cierto nivel de indulgencia y hay que tener cierto nivel de confianza porque parte del trabajo del periodista es in- tentar que no nos metan goles. Solo que a veces yo creo que eso es inevita- ble que no ocurra. En el caso de Ingrid Betancourt, en donde se está arman- do todo el rompecabezas, porque hay mucha información, no sabemos quién está metiendo el gol, no podríamos jurar que toda la información que nos están dando es limpia. Lo que hace el periodista en muchas ocasiones es te- ner un acto de confianza con las fuen- tes y rogar a que el embuchado no sea muy grande. Sólo nos queda antes de entrar al aire echarnos la bendición y confiar no sólo para que no nos es- tén engañando como periodistas, sino también como ciudadanos. Pero fíjese la dificultad, en un país en donde hay falsos positivos, son los periodistas quienes los hemos descubierto y son las autoridades los que los han montado. Es decir, esto es un batalla de todos los días, agudizada aún más, porque es un país en guerra. Creo que la academia es supremamente ingenua e inocente, en los sistemas de capacitación. En la academia no hay clase de culinaria para agudizar el olfato periodístico, entonces los periodistas salen vírge- nes, salen sin olfato. Me parece que el olfato periodístico es la combinación de una cantidad de cosas. De cierto nivel de malicia, de cierto nivel de agilidad como arque- ro que tapa goles, de cierta perversidad para alejarse de las fuentes”.

Y hablando de fuen­tes, la respuesta más interesante de todas las que recibimos fue la de Luis Rodri­guez Pi, de la cadena SER. La conside­ramos interesante, porque resulta provocadora, ya que a lo largo de esta reflexión colectiva quedó muy claro que hay quienes creen en el carácter innato del olfato periodístico, quienes sólo creen en la construcción del mismo, y quienes creen que algo de las dos se necesita, pero como la diver­ sidad de opiniones es uno de nuestros principales activos, hay quien como Luis que, de plano, a rajatabla y con contundencia nos deja caer toda su in­ credulidad sobre la existencia misma de el olfato periodísti­co:

“Desde mi punto de vista, no existe. Nunca ha existido. Existen periodistas con buenas fuentes, otros que las que tienen no son tan buenas y otros que, simplemente, no tie- nen. Las historias arrancan siempre de la fuente, de una buena fuente.

A partir de ahí, se dan otras circunstancias o características propias del periodista. Tiene más que ver con una actitud que con una habilidad. Es cierto, sin em- bargo, que hay periodistas con habili- dad para tener fuentes y otros que no la tienen. Pero esa, es otra historia”.

Olfato periodístico. Capítulo II del libro Detrás de las Voces, 2008. Editado por LazoLatino para Unión Radio, Hoy (Prisa Radio).

Autores: Mauricio Aranguren y Adriana Villabona.

Dirección del proyecto: Alejandro Nieto Molina





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